Enólogos y salvajes, sí. Como gacelas. Como indómitos animales con una sola cosa en común: hacer lo que les da la realísima gana.

Y qué bien lo hacen.

El panorama enológico español no sería lo que es sin ellos, estos asilvestrados seres que llevaron la pasión por el vino hasta los confines de sus vidas.

Son 4: Daniel Landi y Fernando García Alonso (Comando G para más detalles), Raúl Pérez, Álvar de Dios y Sara Pérez.

Para saber quién son, de dónde vienen y ni por asomo saber a dónde van sigue leyendo.

 

Daniel Landi y Fernando García Alonso en Comando G. Misión: Salvar Gredos

Dios los cría y el vino los apelotona. Estos dos insultantemente jóvenes enológos se cruzaron, como tantos otros, en el Máster en Viticultura y Enología de la Politécnica de Madrid. Cada uno venía de donde venía y Daniel Landi ni siquiera venía del mundo del vino, en el que entró «sin tener ni idea», en palabras textuales suyas, aunque hubiera refundado un poco antes las bodegas familiares. Empezamos por él.

 

Daniel Landi

Estudió Filosofía y le tocó la papeleta de ser el portavoz ideológico del grupo. Obsesionado en elaborar vinos «de paisaje», y con un proyecto personal en El Real de San Vicente (en plena Sierra de Gredos) es un incansable defensor de la biodinámica, de su zona y de su imposibilidad. Embelesa a cualquiera con sus perlas poéticas, pedazos de sinestesia vital: «la viña no son números, son sensaciones». Con afirmaciones así, es muy difícil seguir llamándole enochalado, como algunos hacen. Quiere y merece, como Fernando, su partenaire, ser llamado viticultor. Con todas las letras. Y lo merece, vaya si lo merece. Explora formas de trabajar propias, como su particular enfoque opuesto al tradicional cultivo del Tempranillo. Esto es, alargar el ciclo de la planta y obtener maduraciones complejas y lentas sin la pesadez de la concentración.

Daniel y Fernando son creyentes defensores de la Borgoña y su meticuloso quehacer viticultor. Usan su momenclatura con un descaro que consigue un profundo respeto. «Rozas 1er Cru» es uno de estos resultados. La viña ante todo. La viña manda. Manido pero cierto, la viña es su vida.

Fernando García Alonso

Fernando estudió Agrónomos en Madrid pero después de 15 intensísimos días de vendimia en el Bierzo con Raúl Pérez su vida cambió, de rumbo y de todo. En pleno trombo vital, ese mismo año cayó en Lavinia, periodo en el que probó referencias sin parar, gastándose el sueldo en vino. Tras esta época de «documentación intensiva» trabajó con Telmo Rodríguez, con quién aprendió más de lo que podía imaginar. Muchos viajes a tierras vinícolas, mucha pasión y mucho soñar le envalentonaron para empezar Comando G en el 2008, junto a su amigo Daniel Landi. Como en los dibujos animados de la época, Comando G tienen una misión. Y no es salvar la tierra. Es salvar la Sierra de Gredos. Y su paisaje. Elaborar «la mejor Garnacha del mundo». ¿Y sabéis qué? Con su novedoso enfoque y toda la pasión que le ponen puede que hasta lo consigan. Mientras tanto, si quieres probar sus vinos, para empezar es un buen empezar La bruja Avería.

daniel landi y fernando garcía comando G enólogos

 

Raúl Pérez

Empezar por sus logros es hacerle un feo, rebajarle a definición. Y si algo no tiene Raúl Pérez es definición. Que tiemblen los diccionarios y las titulitis, aquí viene Raúl y su imposible catalogación.

Saltimbanqui del vino sería poco. Indómito le va bastante mejor.

Qué poco le gustan los focos y qué poco le conocen los que empiezan con su más reciente título de El Mejor Enólogo del Mundo 2016 por la Guía Betanne+Desseauve. Que le puntue de vértigo Parker o que le lluevan premios se la trae, como se dice vulgarmente, al pairo. A él lo que le gusta es reinventar. El Bierzo, por ejemplo. Divertirse. Saltar vinigeográficamente hablando. Veamos: Elabora vinos en bodegas de distintos lugares del mundo, asesora y colabora con bodegas, hace tratos humanos y justos con ellas (como elaborar juntos y partirse la producción a cambio de su tutorización), hace vinos con sus amigos, diseña vinos para otros… Experimenta y experimenta sin parar. Hace vinos que no son ni modernos ni comerciales ni son para todos, pero los hace y los hace realmente bien. Son vinos para escuchar, para disfrutar. En los últimos tiempos está indagando en proyectos de abasto más multitudinario, como un blanco hecho con uvas de diferentes bodegas y denominaciones al que ha ensamblado en un solo vino y llamado «Rosa das Ventos». O Geografía Líquida, bastión bajo el que aúna a muchos con el objetivo de hacer vinos jóvenes en diferentes regiones.

Sus frases, muchas veces, son pedazos literarios de lapidarias losas. Por ejemplo: «No me interesa hacer vinos uniformes, en Galicia cada 20 metros puedes inventar uno nuevo».

Para muestra de su carácter, mejor que un botón, esta frase. Y para hacerte una idea de sus vinos, El Castro de Valtuille, por ejemplo. Ya nos contarás.

raúl pérez enólogo enólogos

 

Sara Pérez

Hija de Mas Martinet, nadie la presenta mejor que ella. Estudió Biología y Filosofía, para encontrar respuestas y alejándose de la tradición vinícola y no fue hasta 1996 que se dio cuenta de que por sus venas corría, como ella misma dice, vino. Dejó todo y se puso a estudiar Enología y Viticultura, lanzándose a proyectos y más proyectos después, personales, gustosos, vinícolas todos.

Asesora de bodegas, elaboradora en otras, ayudó a otros a construir sus vinícolas sueños hasta que en 2000 empezó el suyo propio: Bodegas Venus la Universal, en la DO Montsant. Un camino vital junto a su compañero René Barbier. Una elección sin retorno al ecológico, a un modo de vida propio.

Incansable en su búsqueda de respuestas, entre proyectos y más proyectos finalmente encontró la suya: «En la búsqueda está el camino y ese es el lugar del que parten todos mis vinos»

Grande Sara, grande. Para entrar en su universo probar su vino Dido es una buena idea. Desde aquí te la lanzamos.

sara pérez enóloga enólogos

 

Álvar de Dios

Jovencísimo y defensor con el ejemplo de las vitícolas tierras de Toro. Otro de los enólogos que concentra miradas, y no pocas. Heredó 3 hectáreas de viña a 700 metros de altitud de su abuelo y las cultiva con mucho amor y tiento y solo en ecológico.

Su trayectoria no es tan espectacular como la otros compañeros suyos de artículo, pero es, y mucho, un revelación, alguien que con su modo de hacer y hacer bien, está dando mucho que hablar.

Sin hacerle ni caso a las voces de los críticos que vuelven los ojos hacia él (léase Parker y su honorable puntuación) y hacia su personal forma de hacer vino. Con pocos vinos en el mercado, el sector tiene puestos los ojos en él. Y será por algo… aquí podéis leer una entrevista con él. Y también probar uno de sus vinos, El Tío Uco.

Nada más por el momento. Seguiremos atentos sus pasos, su estela. Y mientras tanto, nos beberemos encantados sus vinos. Aquí podéis encontrarlos.

 

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